Amar es sufrir; pero hay diferencia entre sufrir y saber sufrir. Primero se aprende a sufrir; para poder amar. El verdadero Amor consiste en:
AMAR sin interés,
AMAR sin compensación,
AMAR sin satisfacción,
AMAR sin ser correspondido,
AMAR sin esperanza,
AMAR hasta sin razón,
AMAR a pesar de todo.
La prueba del amor está en:
AMAR aunque no te quieran,
AMAR aunque te detesten,
AMAR aunque te calumnien,
AMAR aunque te maltraten,
AMAR aunque te persigan,
AMAR aunque se burlen de ti;
porque si no has aprendido a sufrir, es casi imposible imitar a Cristo en:
AMAR a los antipáticos que molestan,
AMAR a los de mal carácter que caen mal,
AMAR a los enfermos que se quejan,
AMAR a los locos que nos fastidian,
AMAR a los altaneros que nos hieren,
AMAR a los soberbios que se creen superiores,
AMAR a los inoportunos que nos interrumpen,
AMAR a los desconocidos que se necesitan,
AMAR a los aprovechados que sacan ventajas,
AMAR a los mentirosos que nos embaucan,
AMAR a los hipócritas que nos engañan,
AMAR a los pobres andrajosos que nos siguen,
AMAR a los borrachos a pesar de sus vicios,
AMAR a los ladrones que nos perjudican,
AMAR a los asesinos que nos amenazan
AMAR a los viciosos con sus defectos,
AMAR a los infieles traidores,
AMAR a los impíos con sus vicios.
La prueba más contundente del AMOR nos la dio Cristo, pues selló su LOCURA DE AMOR con la muerte. Si Jesús rehusaba padecer, hubiera pasado a la historia como gran farsante, nadie le hubiera creído. Fue Él quien enseñó que el
VERDADERO AMOR
todo lo aguanta
todo lo perdona
todo lo tapa
todo lo disimula
todo lo soporta y jamás se resiente
todo lo calla ni guarda rencor
todo lo sufre no es vengativo
todo lo olvida no se aprovecha
ni hace sufrir.
Es imposible simular CARIDAD si no nace del corazón, porque si es sincera, transparente, transpira por los poros y hasta el ciego la percibe, porque el VERDADERO AMOR:
estalla en la alegría, porque es todo bondad;
propicia la concordia, pues obra con desinterés;
resalta por su dulzura y habla con franqueza;
prefiere la humildad y nunca se impacienta;
procura agradar, pero procede con sencillez;
huye de la ostentanción y ama la tranquilidad;
le gusta la rectitud y juzga con prudencia;
acude a las penas y se inclina a la piedad;
busca la verdad y procede con sinceridad.
Con amor:
P. Freddy Barzallo Ponce